Don Víctor lleva ya 11 años en nuestra Fundación, es no vidente, y todos los días camina desde la habitación que arrienda en el centro de la ciudad de Valparaíso, hasta las dependencias de la Fundación.
“Todos aquí estamos felices, este es nuestro hogar. Aquí encontré cariño, continua, yo prácticamente soy solo, de mis hijos nunca más supe, es triste, pero aquí encontré mi nueva familia”.
Es que, a pesar de sus precarias condiciones, reconoce en la Fundación un lugar acogedor que le abrió las puertas, “Aquí me tendieron la mano, sentí esa energía para dar el paso que me reconstruyera como persona; aquí el trato es diferente, siempre están preocupados, acá encontré la felicidad, es una inyección de energía y vitalidad para cada uno de nosotros”, comenta con entusiasmo don Víctor.
“Soy un agradecido de Dios, cuando las cosas se hacen con fe, se nota, y aquí siempre hay un plato de comida que siempre alcanza para todos, estoy muy agradecido, la Fundación se transformó en mi verdadera familia”, concluye.